lunes, 22 de junio de 2009

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Plástica
Escuela/Rosario de Diana Aisenberg
Escuela/Rosario de Diana Aisenberg

"Ángel de la guarda sobre tormenta de cristales", 2009, 140 x 160 cm. Acrílico, óleo, esmalate, lápiz y vidrio líquido sobre tela.

Diana Aisenberg inaugura Escuela/Rosario, una selección de su obra desde los 80 hasta hoy. Perfil de una artista que indagó en la historia del arte, en lo religioso y en la literatura nuevas formas de mirar y de pintar.
por P.M.

Inauguración: viernes 5 a las 19.30 en Galerías.
Cierre: 1 de julio de 2009. De martes a domingos de 15 a 20 hs.

“Aprender a mirar la producción propia o ajena” era el lema del seminario que la artista Diana Aisenberg comenzó a desarrollar en 1997 y que tuvo entre sus muchos resultados, en 2004, la publicación de Historias del arte, un “diccionario de certezas e intuiciones” de 550 páginas con 643 colaboradores que aportaron conceptos, experiencias, información, citas, confesiones en torno a los términos en uso en el arte. Aisenberg inaugura en Galerías Escuela/Rosario el viernes 5, una muestra que incluye una selección desde los 80 hasta ahora y está guiada acaso por el mismo lema: “aprender a mirar”, leit motiv que seguro comparte con la mayoría de los artistas, sólo que en su caso ese aprendizaje (de ahí lo de “escuela”) incurre también en el discurso literario, el religioso, el crítico, además de estar comprometido con la escena actual del arte y su historia.


Erudita y literaria

Roberto Amigo, curador de la muestra, escribe en el catálogo: “La pintura de Diana se presenta como una pintura erudita y literaria, con la memoria subjetiva y dispar de la historia del arte. Su maestro en Israel fue el artista sefaradí Pinchas Cohen Gan, nacido en Marruecos en 1942; distante de la formación conceptual que entonces imperaba en las academias con sueños de modernidad. A su regreso en 1982, Aisenberg se incorpora a la generación pictórica porteña”.

Escuela es el nombre con el que la selección de la obra de Aisenberg que se exhibirá en Rosario se mostró el año pasado en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires. “El titulo Escuela —escribe Aisenberg en respuesta a una consulta por correo electrónico— es para toda la muestra y para todas las provincias e instituciones donde esta muestra encuentra su morada. No sólo se refiere a mi trabajo docente, sino que alude al concepto de escuela en general, escuela de arte, escuela como movimiento, como encuentro, como un espacio virtual donde almas, conciencias, mentes, cuerpos y vidas se juntan para marcar un hito histórico. En Rosario encuentro compañeros de este viaje en distintos niveles: colegas, alumnos, críticos, funcionarios, un montón de personas, individuos que me han acompañado en distintas visitas a la ciudad, en distintos momentos donde mi obra, mi trabajo tuvo sede en Rosario, y con experiencias junto a artistas rosarinos que estuvieron también en Capital, no se remite a quien fue alumno mío o no. El concepto de escuela suma géneros, momentos históricos, uniones, vínculos, y eso es a lo que alude mi trabajo”.


La habitación sagrada

Amigo señala dos legados de la formación de Aisenberg en Jerusalén (1976-1982): “un contra-método de enseñanza técnica para evitar los equilibrios compositivos y las intuitivas proporciones para que desde la razón se generen imperfecciones controladas sobre lo azaroso” y “una idea de la religiosidad sin límites dogmáticos, desplazada en ritos de adoración y en la presencia material de lo sagrado”.

“Lo sagrado —escribe Aisenberg desde su cuenta de Gmail— habita en el arte, el arte habita lo sagrado desde sus comienzos historizados, desde la Edad de Piedra, la construcción del discurso occidental. El artista como chamán, la iglesia, Beuys en el siglo XX y toda posibilidad en el arte como acto de fe y transformación, el arte que cura, el arte que revela, lo que se muestra, lo que se dice y lo que se ha dicho en distintas épocas”. Y también: “El arte ocupa el lugar de lo que no se dice, de los que no conoce su nombre en cada sociedad. A esto mismo se lo nombra como sagrado, desde el trueno hasta el milagro”.


Necesidad

“El arte es necesario —escribe Diana Aisenberg por correo electrónico— y fue necesario en todos los tiempos. Las comunidades necesitan del arte y de los artistas; los artistas necesitan hacer lo que hacen; el arte está ligado a la necesidad básica, primaria de supervivencia de la comunidad. Es así que las manifestaciones artísticas no mueren aunque el concepto encuentre a su paso distintas materialidades y rituales”.


Paraíso oriental

“Si uno —escribe Roberto Amigo, curador de Escuela/Rosario— comprende su obra desde la conciencia del devenir de las formas y de la puesta en crisis de los géneros pictóricos, las lecturas habituales sobre ella como relatos de lo cotidiano y lo femenino pierden parte de su asidero. Hay un preciosismo oculto en la obra de Diana, cazadora de piedras preciosas. Es cierta reverberación oriental, de lujo artificial de la cultura popular cuando quiere ser elegante y es condenada por la materialidad de bajo costo. Es, sin embargo, un brillo oriental remedo del paraíso”.


Recorridos

Diana Aisenberg (Buenos Aires, 1958) vivió y estudió en Jerusalén entre 1976 y 1982. Se dedica a la docencia y formación de artistas en la UBA, el Centro Cultural Borges, la escuela para maestros de teatro de San Miguel, entre otras instituciones. Coordina clínicas de análisis de obra en Buenos Aires y el país. En 2004 publicó Historias del arte: diccionario de certezas e intuiciones (Adriana Hidalgo editora), un libro colectivo que reúne impresiones, experiencias e ideas en torno a conceptos usados en el terreno del arte. Participó desde los tempranos 80 en exposiciones individuales y colectivas en el país y el extranjero.


A un clic:
http://daisenberg.spaces.live.com
www.boladenieve.org.ar/node/4
www.danielabategaleria.com.ar